miércoles

Consultando con la almohada

Quiobo, me estoy aplicando con las entradas, a poco no?

Esto másbien debería postearlo en la noche, cuando en verdad lo esté consultando con la almohada (yo sí lo hago, fíjense.)

De pequeña, en realidad no recuerdo con cuántas almohadas dormía, porque yo sólo ocupaba una, pero mi conjunto de cama favorito (edredón rosa, acúsome) tenía fundas para dos almohadas, en fin.
Recuerdo perfecto cuándo fue que comencé a utilizar dos. Cuando me fui a vivir a ecatepé. Mi hermano, que ya vivía en Cancún, había dejado su almohada [sepan ustedes que él es muy payaso para las almohadas y siempre ha utilizado unas muy delgadas; a mí en cambio, me gustan las que son muy pachoncitas] y yo me la quedé. 
Me la quedé primero, porque de otro modo se hubiera perdido en el espacio, y después porque así sentía que el estaba un poquito menos lejos. En las noches, cuando la puerta de acero de mis papás se cerraba por dentro, yo abrazaba esa almohada flaquísima y me quedaba dormida. Así se iba todo lo malo. Y de ahí me fui acostumbrando a dormir con dos almohadas, después me gustó tener muchas cosas en mi cama y fui haciéndome con más.

Aún duermo abrazando esa almohada delgada, ya toda fea, pero que siempre me ayuda a dormir. También tengo mi almohada gordota, una larguísima (ni cabe en mi cama) una de estrella de Mario Bros, otra de estrella normal y dos almohaditas de pumas. También me acompaña todavía una almohada que usaba desde que dormía en cuna.

Todo esto viene a cuento porque quiero comprar almohadas nuevas, pero no quiero botar la almohada de mi hermano (y a el ya no le importa), pero tampoco quiero tener MÁS. 

Etiquetas: ,

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio