sábado

Del amor y otros demonios... o no.

Mis debrayes de cariño y amor....


Conozco varias mujercitas con novio, otras que no han tenido ni uno y algunas más que lo cambian cada 3 días. Hay mujeres que lloran tres años por un fulanito con el que duraron una semana y otras que terminan con uno después de 5 años y andan como la fresca mañana. Tengo el placer de conocer a ciertas señoriiitas que se refieren a su novio/pareja como “mi güey”.
Yo no.


En cierto modo, fui “chapada a la antigua” con padres si no ultra-conservadores, sí muy modositos, y correctos en estas cuestiones amoriles. También crecí con otros dos casipapás  10 y 14 años mayores que yo; o sea... a los 5 años, veía que mis hermanos ya andaban con novias que les exprimían todo el dinero de sus domingos. Supongo que de ahí vienen varios traumas míos relacionados precisamente con el tema de la equidad de género, del “yo pago”… Es que de cierto modo he vivido de los dos lados… he sido la novia que recibe regalos diarios, pero también conozco el sentir de los novios que ya no saben qué regalarle a la chica para tenerla contenta y que andan pide y pide prestado para poder invitar un helado; debe ser por eso que no me molestan esos desmadres.
También soy una cursi de lo peor, pero muy a mi modo… esto no tiene que ver únicamente con novios… desde pequeña aprendí a querer; a querer de verdad y no solamente un poquito a muchas personas. Mi familia es enorme, en mis escuelas los grupos siempre fueron muy numerosos y sin embargo, son realmente pocas las personas a las que realmente puedo decir que AMO o que quiero mucho.  
Y es que desde pequeña (y aquí si no se por qué ni cómo) aprendí a querer muy a mi manera, a incluir a todas esas personas importantes en mi burbuja y desear que sean tan felices como yo lo soy con ellos. No soy de las personas de “medias tintas”; no quiero poquito.
Ahora voy en una carrera de “puras niñas” o gays, en su caso… y constantemente me encuentro escuchando conversaciones con un: “ese wey está buenísimo.” “quiero mucho a mi novio, pero ayer estuve con  fulanito…besa super bien”… “voy a ir a ver a X, pero Y no puede enterarse” y cosas similares.
Ya dije, fui de cierto modo “chapada a la antigüita” y no es que me persigne, tampoco exageremos. Es sólo que yo no puedo imaginarme en alguna situación similar y me impacta de pronto ver que la mayoría de las personas con las que convivo diario son así y les parece natural. Tal vez lo sea, pero probablemente no.  Supongo que tampoco puedo decir: YO JAMÁS LO HARÉ… porque “uno nunca sabe” y así… pero estoy segura que no podría hacerlo más de una vez, como ventajosamente y premeditado.
Conocí a Iván en algún día  de Noviembre o Diciembre del 2006, puede que incluso fuera en octubre. Me acuerdo mucho de las primeras conversaciones, de lo distintas que  eran a todo el montón de preguntas grises y que no invitaban a responder más de una palabra. Me acuerdo de las sonrisas que me sacaban sus comentarios, de las risas y ese sentimiento de estar hablando (o escribiendo, pues) con una persona que conoces de años. Así me pasó, y sólo con él. Uno de los poquitísimos que identifiqué luego luego y comencé a recordar de una manera tan sencilla.
No sé cómo me enteré que era Payaso de profesión, pero me acuerdo de mi impresión porque fue el primer payaso que conocí. No sé cuándo fue la primera vez que desapareció de pronto, no sé cuántos meses, no tenía idea de qué sucedía en su vida. Él solo era palabras divertidas, sonrisas y carcajadas en un monitor viejísimo, pero siempre me encantó a pesar de lo impersonal del asunto.
En ese tiempo conocí a muchos (muchos, unos 200) con los que hablaba dos veces y ya…que me decían su nombre y yo no me molestaba en leerlo, porque no me interesaba relacionarme con ellos en realidad. Pero Iván, él fue diferente.
Casi puedo asegurar que fue el PRIMERO al que le di mi correo personal, para hablar con él más seguido… funcionó unos tres días nada más……
Yo gasté como año y medio de mi vida haciendo cualquier cosa, sabiendo de él a ratos, siempre con gusto, hay que decirlo. También hay que decir que siempre supe quien era al verlo conectado, pero muchas veces no sabía qué decir... Que sus “nicks” siempre me gustaron y que desde la primera vez que le quedé mal, me quise morir.
Me acuerdo de unos cuantos partidos que pasamos juntos, en uno me tomé una cerveza (pequeña) yo sola y me puse ronca, aunque él me advirtió que eso pasaría. Me acuerdo del podcast de Olallo Rubio, me acuerdo de YTCC?, me acuerdo de la vez que me acompañó por primera vez a casa.  Desde siempre la pasé muy bien.
No sé cómo fue apareciendo otra vez en mi vida, por ahí de Julio-Agosto de 2008, lo agradecí mucho, no porque mi vida fuera precisamente un asco...sólo era mortalmente aburrida, monótona y él era una hermosa chispita de color. Siempre lo has sido, Iván.
Una sola tarde, unos pocos segundos bastaron para darme cuenta de muchas cosas, de qué es lo que quería, lo que necesitaba. Iván. Así de simple.
Jamás podría arrepentirme, si pudo haber sido de otra manera, tal vez. Pero no lo fue, sucedió así y con todo,  fue perfecto.
Sé de sobra que a veces (MUCHAS, muchísimas) veces, soy totalmente insufrible; odiosa a morir, payasa, sangrona, fresa, mamona, hasta peyorativa. Y sin embargo, henos aquí, aún.
Es mucho lo que tengo que agradecer, porque es mucho lo que he aprendido, contigo, de ti y de mí.
Que dicen que cada cabeza es un mundo, mi mundo es azul y es un desmadre. El tuyo no sé bien, pero es tan distinto al mío, que llega a parecerme fascinante. Eres un ser humano EXTRA ordinario, y es eso lo que me sorprende tanto; tanto, que muchas veces, supongo, es por eso que intento encontrarte fallas, para poder verte como un humano como todos los demás; en ocasiones tengo esa necesidad de sentir que eres igual que yo, para poder así creer que yo algún día podré ser como tú, así de mágica para ti como tú lo eres para mí.

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