jueves

Cambios

Antes de salir de viaje, mi hermano, que es muy cursi y tierno, me escribió un textito que bien pudo haber sido una carta, sobre lo importante que a él le parecían los viajes y el aprendizaje (de todo) que uno adquiría de mil maneras en etas experiencias.
Él dijo que éste viaje iba a cambiar mi vida. Vaya que lo hizo. 
Convivir con gente de otras culturas es enriquecedor, uno afirma su identidad o descubre que no la tiene, o descubre cuál es en un inicio.
Aprende de otras personas y de las similitudes y diferencias entre personas que viven del otro lado del mundo.
Aprende a cuidarse solito.
Se le caen los prejuicios y se da cuenta de sus errores.
España nunca me había gustado, pero era necesario que tuviera que recorrer sus calles para enamorarme. Pensar en Madrid y en Toledo que parecen sacadas de cuentos de la edad media, como si en cualquier momento fuera a aparecer el Quijote o el Capitán Diego Alatriste, al mismo tiempo que uno se toma una cerveza Mahou a pleno sol a las 8:30 de la noche.
No quedan dudas por qué uno querría bajarse en Atocha y quedarse en Madrid.
Sufro mientras transcurren mis últimas horas en este lugar.

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